El sonido del espacio vacío explora las
relaciones entre los micrófonos, los altavoces y los entornos acústicos
circundantes a través de la retroalimentación controlada y autogenerada del
micrófono. Amplificando y estetizando la inactividad acústica entre 'entradas'
y 'salidas' tecnológicas (sustitutos para sus correlatos corporales, el oído y
la boca) se desafía la noción de un objeto productor de sonido causal, y se
formulan preguntas sobre el estado de lo 'amplificado'.
Al construir sistemas tecnológicos defectuosos y anular su potencial de comunicación, el oído se dirige hacia el espacio vacío entre los componentes; a las configuraciones únicas de cada conjunto de amplificación.
En cada una de las obras interrelacionadas, piezas que son a partes iguales banales, inventivas y absurdas, el sonido no se revela como un objeto distinto o un evento autónomo, sino como un producto mutable de redes interdependientes de relaciones físicas, culturales y económicas.
Al construir sistemas tecnológicos defectuosos y anular su potencial de comunicación, el oído se dirige hacia el espacio vacío entre los componentes; a las configuraciones únicas de cada conjunto de amplificación.
En cada una de las obras interrelacionadas, piezas que son a partes iguales banales, inventivas y absurdas, el sonido no se revela como un objeto distinto o un evento autónomo, sino como un producto mutable de redes interdependientes de relaciones físicas, culturales y económicas.
Para
los puristas, la música es música y el ruido es ruido, pero ¿qué pasa cuando el
ruido es música?
En The sound of empty space (El sonido del espacio vacío), el artista sonoro Adam Basanta crea un trío de sistemas incompletos para dirigir una orquesta de feedback harmónica.