domingo, 4 de noviembre de 2018

Happy Rhodes – Ectotrophia (Numero Group) (2018)


    
Dicen que cuando uno se enamora no puede ser imparcial.
No se sabe qué es lo que hace que lleguemos esa situación de enamoramiento.
Simplemente pasa.
Sin dudas la persona que lo origina tiene cualidades que consideramos imprescindibles para complementar nuestra vida.
Tengo una alerta Google sobre Wendy Carlos. Hace años que su vida no es pública. Así que todas las alertas terminan en ventas de viejos discos y a veces me notifican sobre alguna nota en la que se la menciona (aclaro que no estoy enamorado de Wendy, pero merced a investigar, traducir y escribir varias reseñas la conocí un poco).
Entonces por alguna razón alguien la mencionó en una reseña sobre Happy Rhodes.
Me llegó la alerta y miré la reseña.
La leí y me gustó.
Así que decidí conseguir algo de su música.
Al escuchar el primer disco mi corazón empezó a latir muy fuerte.
Después de escuchar el segundo disco no pude menos que buscar videos.
Al verla en videos en vivo mi enamoramiento fue completo.
Entonces como con tan poco tiempo de conocerla y con tantas emociones que se despiertan  disco tras disco, video tras video, pienso que no puedo ser imparcial en una reseña.
Y que tal vez tampoco le haga la justicia que se merece una artista del tamaño y la sensibilidad de Happy.
    


Así que transcribo la reseña que me guió a ella. 
Para ser justo la transcribo textualmente, sin corregir nada.
Deseo que también te enamores de ella luego de verla y escucharla.
Porque el amor no es celoso.


La gran sorpresa musical de estos últimos meses ha sido, para mi, sin duda, descubrir a esta compositora de Nueva York. La impagable labor de recuperar el talento de Happy Rhodes se ha llevado a cabo gracias al sello de Chicago Numero Group. ¿No conocen este sello?, pues ya están tardando a zambullirse en el catálogo más impresionante de fondo arqueológico que exista. Aquí hallaran ambrosía para sus oídos de la mano de AntennaSyl JohnsonWillie WrightAlfonso LovoIasosJackie Shane, y un largo etcétera de artistas, colecciones propias, y recopilatorios que exceden cualquier género, ya sea soul, gospel, rock, o new age. Un caudal infinito.
A esta lista se añade esta mujer que al nacer le pusieron el nombre de Kimberley Tyler Rhodes, pero como era un bebé muy risueño y el nombre que le pusieron sus padres le era difícil de pronunciar, su hermano la bautizó como “happy baby”, y con el apodo de “happy” se quedó. Según cuentan las fuentes consultadas, la juventud de Happy Rhodes no fue fácil, y su inclinación por las artes escénicas y la música la ayudó a enderezar un periodo vital que la autora no recuerda como placentero. A los once años sus padres le compran su primera guitarra; era una joven precoz, y lo atestiguan sus primeros conciertos a los catorce ya interpretando algunos temas de repertorio propio. Una vez dejados atrás unos años de inestabilidad emocional que coincidieron con su ingreso en la escuela superior, que abandonó a los dieciséis, Rhodes escribe temas a guitarra y sintetizador que irá grabando en ediciones en casete bastante artesanales; estas grabaciones fueron circulando entre un grupo reducido de admiradores, algo que le proporcionó contactar con el sello Aural Gratification con los que grabó la mayor parte de su producción. A partir de ahí se sucedieron conciertos, e incluso formó parte del The Security Project, una banda abierta a músicos de diferente pelaje que reinterpretan la música de su idolatrado Peter Gabriel.
Hasta aquí llega este somero repaso a su historia. Desde el 2007 que no edita material nuevo, y prefiere dedicar su tiempo a vivir tranquilamente en su granja cuidando de sus gatos y creando software para una empresa musical. Pero la gente de Numero Group llamó a su puerta para seleccionar canciones de sus primeros cuatro trabajos. Ella no se creía este interés, y lo primero que hizo, así a bote pronto, fue informarse sobre el sello porque no tenía ni idea de quien eran. El sello ofreció a Happy la posibilidad de elegir los temas que conformarían “Ectotrophia” (Numero Group, 2018), pero prefirió que la disquera tuviera total libertad de movimiento. Free as a bird.
Este es un recopilatorio excelso en lo material (edición lujosa repleto de información, material fotográfico, más una entrevista exhaustiva) y en lo musical. Rhodes fue siempre una gran admiradora de Kate Bush y Wendy Carlos, y se nota en la mayoría de las canciones en la que su voz -un portento capaz de llegar a las cuatro octavas- va alzando una imponente arquitectura angulosa, y de sinuoso acabado. Gemas resplandecientes compuestas a guitarra y sintetizador que retratan los anhelos de posteridad en “I Am A Legend” con una tímbrica que es puro Kate Bush de los inicios. En otras como “Oh The Drears” la música sirve para exorcizar los fantasmas de un pasado con heridas aún abiertas; el ambiente saturado, sacramental y casi feérico de “I Cannot Go On” invita a pensar que Bach tuvo un papel fundamental en su educación musical, la hermosa “When The Rain Came Down” es como su particular “Don’t Give Up”, y en el ambiente circense y confesional de “If Love Is A Game, I Win” y en el relieve de la tenebrosa “Baby Don’t Go” se esconden los mimbres de una futura Circuit Des Yeux. Un descubrimiento maravilloso.


Escucha Happy Rhodes,  Ectotrophia, en Spotify






Reseña de Preciosa Música adaptada de la original de Muzikalia

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