jueves, 10 de agosto de 2017

Arde la Tierra



Les voy a contar la historia de una canción que se titula "Arde la Tierra". Es una historia en la que la magia y la poesía de la vida van cogidas de la mano.
De ella, lo único que su autor me pudo proporcionar fue una grabación casera con muchas imperfecciones, pero aun así, a mi modo de ver, logra transmitir muy bien su mensaje esencial: las múltiples maravillas con las que nos seduce y a veces nos ciega la vida. Su texto procede del poemario de Pino Betancor, "Las Playas Vacías".




Lo llamaré Elías, respetando su voluntad de permanecer en el anonimato. Yo estuve en uno de sus conciertos en el Esdrújulo (un local asombrosamente diminuto ubicado en la Calle Cebrián de Las Palmas, en el que había frecuentes actuaciones de cantautores), allá por el año 2003, pocos meses antes de la muerte de Pino Betancor. Pero empecemos por el principio.




Elías hubiese querido ser cantante de rock, pero ya no era un jovencito: todos sus amigos músicos estaban casados y tenían hijos y, o habían dejado la música, o la habían convertido en un hobby, en una excusa para pasar un buen rato en el escaso tiempo libre que les quedaba. 

Tenía la alternativa de salir él sólo con su guitarra, aún a riesgo de que lo tomaran por un cantautor  (salvo honrosas excepciones, no soportaba a los cantautores). A pesar de eso, con tal de tener un sitio donde actuar se integró en el colectivo de los"egos cantautores", o "autocantores", como él los llamaba,  que compartían escenario en el Esdrújulo



              Imagen de juventud de Pino Betancor

Lo recuerdo todavía no muy desenvuelto ante el público, urdiendo canciones complejas, con un punto de melancolía, cosa que desaprobaban algunos miembros del colectivo, al considerar un logro que el público terminara haciendo palmas.
Sus canciones eran poemas de Pino Betancor que él mismo había musicado. Porque Pino Betancor, la poetisa del amor y del retorno a los orígenes, era su amiga.

La forma en que se conocieron me pareció sacada de una novela. 
Elías era aficionado a las tiendas de objetos de segunda mano, donde solía buscar libros de ocasión y discos de vinilo. Cierto día encontró un libro de poemas, "Las Moradas Terrestres", cuya autora era precisamente Pino Betancor. Abriendo el libro al azar, encontró un poema que se titulaba "La Puerta Abierta". 

Según el mismo Elías me contó en una de nuestras conversaciones, a medida que leía el poema la musica parecía brotar sola desde algún rincón de su mente. Adquirió el libro por un precio ridículo, y el día siguiente ya había terminado unas cinco o seis canciones. 
A través de un amigo poeta, Elías conoció a Pino Betancor y a su esposo, el también poeta José María Millares, a los que le unió una amistad cada vez más profunda. Pino, al escuchar las canciones de Elías le dijo entusiasmada que había logrado expresar en música lo que ella sintió al escribir aquellos versos. Le ofreció muchos otros poemas, gran parte de los cuales eran inéditos, para que les pusiera música también. 

Elías, ebrio de poesía, no paraba de crear nuevas canciones (según me dijo, llegó a escribir cerca de un centenar).

Se habló de grabar un disco, y todo parecía indicar que iba a ser así.  Pero, para no cansarles, todo acabó en un naufragio.  Entre otras cosas, porque Canarias no es un buen punto de partida para un artista: la mayor parte de los que han triunfado lo hicieron después de irse, guitarra al hombro, a Madrid.

Actualmente Elías es un señor mayor, con el cabello blanco, muy poca voz y un parkinson incipiente. Ya no toca la guitarra ni mucho menos, canta.
Le pedí algunas grabaciones de aquella época, y en principio fue reacio a que se publicaran, al ser mezclas caseras de no mucha calidad. Pero yo insistí para que me dejara publicar al menos una, y al final accedió.

Él mismo escogió "Arde la Tierra", así que la subí a YouTube  para compartirla con todos ustedes: espero que les guste...  el mejor regalo que nos pueden hacer a mí y al músico desconocido que hemos convenido en llamar  Elías, es dejar algún comentario. Y si no hacen ninguno, no pasa nada, se les quiere igual.

  
                                             el Canario


Reseña original publicada en el Blog El Canario en su Vergel


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