Desde el 1 de
septiembre de 1892, Dvořák se encontraba en Nueva York para ocupar el puesto de
director del Conservatorio Nacional de Música, perteneciente a la filántropa
millonaria Mrs. Jeannette Thurbert la cual, teniendo en cuenta la ausencia de
una tradición musical clásica norteamericana, había pensado en un nacionalista
europeo para ocupar la plaza. Sin embargo, aunque se ha afirmado repetidas
veces, no es cierto que la Sinfonía Del Nuevo Mundo esté basada en su mayor
parte en temas y canciones populares americanas, lo que no quiere decir que el
músico bohemio pudiese o quisiese escapar a la influencia del Nuevo Mundo donde
vivía.
Al igual que más
tarde haría Mahler, Antonín Dvořák sitúa el movimiento más importante y
majestuoso al final, donde reúne en un solo movimiento las principales ideas
que forman la obra. En conjunto de la partitura reúne las principales y más
atractivas características de la música de su autor. Recopila sus pensamientos,
sus impresiones, sus sentimientos sobre una tierra nueva, mestiza, muy distinta
a lo que él conocía.
Un posicionamiento
nacionalista que hace aflorar la diversidad, que lejos de separar, unifica. Por
eso, para muchos la Sinfonía del Nuevo Mundo es americana mientras que para
otros pasa por eslava. Está compuesta en el Nuevo Mundo pero continuamente
evoca al Viejo. Mira a las formas clásicas y academicistas de Haydn y Mozart
mientras utiliza el folclore amerindio y negro norteamericanos. Por eso, la
Novena Sinfonía de Dvorak ha pasado a ser patrimonio colectivo del mundo y, además del comienzo de la Quinta de Beethoven, el tema principal del último
movimiento es el más interpretado del repertorio. *
Por eso pongo la foto del director de The Philharmonic Symphony
Orchestra of New York, Leonard Bernstein.
Pero no esas fotos
acartonadas de un director frente a su orquesta sino una que representa el
espíritu de este genio que amaba el jazz, pero era capaz de interpretar lo que
se le pusiera adelante.
Con el tiempo he
escuchado muchas versiones. Tal vez la que más me ha gustado es la versión de
Sergiu Celibidache, de la pongo este link de un video.
También (si tenés
ganás de comparar) la versión de Herbert von Karajan con la Berliner Philharmoniker que tiene la curiosidad estar
subtitulada, con la descripción de las partes de la obra, acompañada de una
breve reseña histórica en la página.
Lo que lamento es
que no haya una versión de Wilhelm Furtwängler, para mí el mejor director de
todos los tiempos (tiempos de grabaciones y video, claro, con los cuales
podemos comparar versiones).
Es curioso cómo se
cruzan las vidas de estos músicos.
Furtwängler era
director de la Berliner Philharmoniker.
En 1934
Furtwängler dirigió a la Filarmónica interpretando música del prohibido Felix
Mendelssohn, y el estreno de la sinfonía Mathis der Maler, de Hindemith, al que
el régimen nazi consideraba un autor de "Música degenerada", y a
quien el director defendió públicamente. A raíz del consiguiente escándalo,
Furtwängler fue obligado a renunciar a todos sus cargos, pero como era
prácticamente intocable los hipócritas nazis lo dejaban dirigir a la Filarmónica
como director invitado (y la orquesta quedó sin un director titular).
En 1945 podría
haber retomado su puesto pero las fuerzas de ocupación estadounidenses
prohibieron a Furtwängler volver a dirigir en Alemania, mientras no fuera
sometido a una investigación de su relación con el régimen nazi.
La obra
teatral Taking Sides (1995), del dramaturgo británico Ronald Harwood, trata
acerca de las acusaciones estadounidenses contra Furtwängler por haber servido
al régimen nazi. En 2001 dicha obra sirvió de base para una película de István
Szabó con Harvey Keitel y Stellan Skarsgård en el rol de Furtwängler, que en
español se llamó Requiem por un imperio. *
Mientras tanto la
condujo Celibidache, hasta 1947, cuando se le permitió a Furtwängler dirigir.
Entonces la dirigieron alternadamente, hasta que se le ofreció la titularidad
definitiva en 1952 a este último. Lamentablemente murió dos años después, y en
vez de darle la titularidad a Celibidache se la dieron a von Karajan.
Ahora bien, cuando
von Karajan visitó New York y fue a ver a Leonard Bernstein, este último le
permitió dirigir la Philharmonic Symphony Orchestra of New York.
Pero este gesto
amable no fue retribuido por von Karajan cuando Bernstein visitó Berlín. ¡Cómo
iba a dejarle dirigir "su" orquesta, la Berliner Philharmoniker!
La verdad es que a
von Karajan no lo quería nadie en la orquesta.
Han contado
músicos de esa orquesta que cuando subía al podio, viéndolo sufrir de los
atroces de espalda que lo aquejaban, deseaban que se cayera y se quebrara, para
no tener que soportarlo más.
Dejando
eso de lado: como director era brillante.
Reseña
original de Preciosa Música
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